Una escena en blanco y negro inunda mi sueño. Miró el reloj,
mi reloj tiene la capacidad de decirme el año, el mes y el día exacto en el que
estamos. Por un momento no me lo puedo creer. Es 2018, y esto… esto… es el
salón de casa de mi abuela. No deja de sonar una música antigua de ritmo lento
donde una mujer canta una melodía triste. ¡No hay tiempo que perder! Corro
desde el salón hasta el pasillo oscuro que estaba antes de llegar a las
habitaciones. Abuela, sabes desde que era pequeño que ese pasillo me daba mucho
miedo. Representa mis mayores temores. Pero mis ganas de verte son mucho más
grandes que mis miedos. Voy a llegar a tu habitación, sé que estás ahí. Por
favor, espérame un poco más. Abro la puerta de esa habitación. Recuerdo lo
mucho que hablábamos de todo mientras hacías las camas. Pero ahora no recuerdo
nada. Veo que la habitación esta tal y como se quedó hace unos años atrás haya
desde que dejaste esa habitación en 2010 o un poco antes. Qué más da, lo
importante era que te tenía y uno no se da cuenta de lo afortunado que es hasta
que pierde aquello que pensaba que no necesitaba. Que se dedica a pensar en
cosas de por qué no le gusta a aquella chica que ni siquiera le hace caso. Pero
ya es tarde porque el tiempo me tuvo que enseñar que lo importante es tu
familia pero solo cuando te perdí. Que feliz era sin saberlo. ¿Por qué me negué
a verlo?
Dicen que los seres humanos aceptamos la realidad tal y como
la vemos. Espero que no me lo tengas en cuenta. Si escribo es para plasmar en
folios lo que siento, pero mis palabras callan. Esto se puede mezclar con una
historia más que quede en el blog.
No, no estas en esa cama. Yo pensaba que si. Estoy
desesperado. No se si puedo vivir sin ti. Mírame, mírame, mírame, soy incapaz
de afrontar las cosas que me puedan pasar y busco un consuelo, el consuelo de
tus cálidos abrazos. Y como puedo olvidar cuando me dijiste “yo no viviré tanto
para verlo”, no, no puedo olvidar. No entiendo si escribo esto para dar pena a
los demás, para darme pena a mi mismo o porque mi corazón y mi mente disfrutan
de verme sufrir.
Pero, espera, recuerdo que ahora vives en el piso de abajo.
Corro contra el tiempo, el tiempo que me queda para verte y el que me queda
para despertarme. Si, se que estoy soñando. Lo se porque mi mente puede
trasladarme donde yo quiera mientras sueño y recrear los momentos que desee.
Bajo las escaleras casi saltándolas, me da igual todo. Abro
la puerta del salón y veo el sillón tan vacío como el día en que te sentaste en
aquella cama y nunca despertaste. Fue un día horrible, como una escena de película
cuando un personaje muere. Todo nublado, todos tristes, yo hablando cosas de la
universidad y una llamada… ¡Es hora de las despedidas! ¡Qué mal se me dan las
despedidas!
Yo todo esto lo uso como catalizador, una manera de poder
experimentar. Experimentar con mi dolor. Donde yo creo que queda bonito.
El sillón esta vacío, mire por donde mire ya no hay nadie.
Ya no hay visitas, ya no hay risas, quejas, alegrías o llantos. No hay nada,
tampoco esta Koke. ¿Sabias que a pesar de que todo fuese malo, hubieses
suspendido un examen y todo diese asco, no me malinterpretes, un día duro con
mis historias para no dormir sobre la universidad y mis quejas de niñato
inmaduro, todo estaría mejor con tu rostro mirándome y escuchándome y acababa
harto de lo mismo de siempre y desconectaba sacando a Koke? Pero a partir de
ahí, todo era mejor… Ahora es solo un sillón vació, en mi corazón.
No me lo creo que aún siga el sillón vacío, por qué, por
qué, por qué… ¿Por qué la vida se cree dueña y señora de lo que puede o no quitarnos
a su libre voluntad? ¿Por qué la vida nos quita aquello que queremos como unos
buenos amigos que se van o la mujer de tus sueños o el ser querido que tanto querías
pero piensas que no lo apreciaste tanto como deberías? Y claro que te apreciaba
pero ahora que no estas, creo que te aprecio más. Creo que mi corazón está
lleno de sillones vacíos. Y la verdad es que no se si quiero que se llenen. No
te confundas. Si quiero que se llenen pero quiero que se queden llenos. Pero
para siempre. Sin obligar a nadie. Sin forzar nada. Pero sino el ciclo de la
vida no continuaría. ¿Por qué es malo quedarse con los buenos momentos?
Si… nos hemos quedado en el sillón vacío. Me postro
arrodillado en el sillón esperando a que por una leve ocasión aparezcas. ¿Por
qué no estas? ¿Por qué a pesar de mis esfuerzos de soñar contigo no he sido
capaz de que estes a mi lado? Solo pido que vuelvas. Aunque solo sea un
instante. Pero estamos en mis sueños.
Puedo manipular la realidad como quiera. Si tan solo pudiera recordarte una vez
más. Si tan solo pudiera verte una vez más… No sé lo que daría. Daría mi vida.
Puedo plasmarlo, sí.
Si, ¡lo he conseguido! Te tengo a mi lado, puedo sentir tus
manos acariciando mis mejillas y siento como me vuelves a sonreír y me dices “Miguel,
estoy aquí”. Miguel, siempre me llamaste como tu marido.
Quiero soñar esto todos los días, quiero estar a tu lado el
resto de mis días. Abuela, quiero contarte todo lo que te has perdido desde que
te fuiste. Ahora… Ahora soy maestro de niños pequeños para que nos entendamos.
Quiero contarte todo lo que me pasó, todos los niños y niñas me querían. Quiero
contártelo todo, a pesar de que mi constante recuerdo me duela pero más me
duela olvidar tu recuerdo.