martes, 8 de febrero de 2022

Leyenda #124: Viaje al centro de mi corazón: El sillón vacío

 

Una escena en blanco y negro inunda mi sueño. Miró el reloj, mi reloj tiene la capacidad de decirme el año, el mes y el día exacto en el que estamos. Por un momento no me lo puedo creer. Es 2018, y esto… esto… es el salón de casa de mi abuela. No deja de sonar una música antigua de ritmo lento donde una mujer canta una melodía triste. ¡No hay tiempo que perder! Corro desde el salón hasta el pasillo oscuro que estaba antes de llegar a las habitaciones. Abuela, sabes desde que era pequeño que ese pasillo me daba mucho miedo. Representa mis mayores temores. Pero mis ganas de verte son mucho más grandes que mis miedos. Voy a llegar a tu habitación, sé que estás ahí. Por favor, espérame un poco más. Abro la puerta de esa habitación. Recuerdo lo mucho que hablábamos de todo mientras hacías las camas. Pero ahora no recuerdo nada. Veo que la habitación esta tal y como se quedó hace unos años atrás haya desde que dejaste esa habitación en 2010 o un poco antes. Qué más da, lo importante era que te tenía y uno no se da cuenta de lo afortunado que es hasta que pierde aquello que pensaba que no necesitaba. Que se dedica a pensar en cosas de por qué no le gusta a aquella chica que ni siquiera le hace caso. Pero ya es tarde porque el tiempo me tuvo que enseñar que lo importante es tu familia pero solo cuando te perdí. Que feliz era sin saberlo. ¿Por qué me negué a verlo?

Dicen que los seres humanos aceptamos la realidad tal y como la vemos. Espero que no me lo tengas en cuenta. Si escribo es para plasmar en folios lo que siento, pero mis palabras callan. Esto se puede mezclar con una historia más que quede en el blog.

No, no estas en esa cama. Yo pensaba que si. Estoy desesperado. No se si puedo vivir sin ti. Mírame, mírame, mírame, soy incapaz de afrontar las cosas que me puedan pasar y busco un consuelo, el consuelo de tus cálidos abrazos. Y como puedo olvidar cuando me dijiste “yo no viviré tanto para verlo”, no, no puedo olvidar. No entiendo si escribo esto para dar pena a los demás, para darme pena a mi mismo o porque mi corazón y mi mente disfrutan de verme sufrir.

Pero, espera, recuerdo que ahora vives en el piso de abajo. Corro contra el tiempo, el tiempo que me queda para verte y el que me queda para despertarme. Si, se que estoy soñando. Lo se porque mi mente puede trasladarme donde yo quiera mientras sueño y recrear los momentos que desee.

Bajo las escaleras casi saltándolas, me da igual todo. Abro la puerta del salón y veo el sillón tan vacío como el día en que te sentaste en aquella cama y nunca despertaste. Fue un día horrible, como una escena de película cuando un personaje muere. Todo nublado, todos tristes, yo hablando cosas de la universidad y una llamada… ¡Es hora de las despedidas! ¡Qué mal se me dan las despedidas!

Yo todo esto lo uso como catalizador, una manera de poder experimentar. Experimentar con mi dolor. Donde yo creo que queda bonito.

El sillón esta vacío, mire por donde mire ya no hay nadie. Ya no hay visitas, ya no hay risas, quejas, alegrías o llantos. No hay nada, tampoco esta Koke. ¿Sabias que a pesar de que todo fuese malo, hubieses suspendido un examen y todo diese asco, no me malinterpretes, un día duro con mis historias para no dormir sobre la universidad y mis quejas de niñato inmaduro, todo estaría mejor con tu rostro mirándome y escuchándome y acababa harto de lo mismo de siempre y desconectaba sacando a Koke? Pero a partir de ahí, todo era mejor… Ahora es solo un sillón vació, en mi corazón.

No me lo creo que aún siga el sillón vacío, por qué, por qué, por qué… ¿Por qué la vida se cree dueña y señora de lo que puede o no quitarnos a su libre voluntad? ¿Por qué la vida nos quita aquello que queremos como unos buenos amigos que se van o la mujer de tus sueños o el ser querido que tanto querías pero piensas que no lo apreciaste tanto como deberías? Y claro que te apreciaba pero ahora que no estas, creo que te aprecio más. Creo que mi corazón está lleno de sillones vacíos. Y la verdad es que no se si quiero que se llenen. No te confundas. Si quiero que se llenen pero quiero que se queden llenos. Pero para siempre. Sin obligar a nadie. Sin forzar nada. Pero sino el ciclo de la vida no continuaría. ¿Por qué es malo quedarse con los buenos momentos?

Si… nos hemos quedado en el sillón vacío. Me postro arrodillado en el sillón esperando a que por una leve ocasión aparezcas. ¿Por qué no estas? ¿Por qué a pesar de mis esfuerzos de soñar contigo no he sido capaz de que estes a mi lado? Solo pido que vuelvas. Aunque solo sea un instante.  Pero estamos en mis sueños. Puedo manipular la realidad como quiera. Si tan solo pudiera recordarte una vez más. Si tan solo pudiera verte una vez más… No sé lo que daría. Daría mi vida. Puedo plasmarlo, sí.

Si, ¡lo he conseguido! Te tengo a mi lado, puedo sentir tus manos acariciando mis mejillas y siento como me vuelves a sonreír y me dices “Miguel, estoy aquí”. Miguel, siempre me llamaste como tu marido.

Quiero soñar esto todos los días, quiero estar a tu lado el resto de mis días. Abuela, quiero contarte todo lo que te has perdido desde que te fuiste. Ahora… Ahora soy maestro de niños pequeños para que nos entendamos. Quiero contarte todo lo que me pasó, todos los niños y niñas me querían. Quiero contártelo todo, a pesar de que mi constante recuerdo me duela pero más me duela olvidar tu recuerdo.