-
Disculpe, ¿este es el billete para el tren
destino a aquel amigo?
-
Sí. Es este pero ese tren ya partió.
-
¿Ya partió? ¿Cómo que ya partió si acabo de
sacarlo ahora mismo?
-
Sí señor. Pero el destino a veces no lo marca
uno mismo. Sino que si esa persona no está dispuesta a que siga en su vida no
puede montarse por lo que automáticamente, este billete ha caducado ahora mismo
en este mismo momento.
-
¡No estoy de acuerdo! Pienso montarme en ese
tren quiera como sino quiera.
-
¡Señor no puede hacer eso! Estos trenes son muy
selectivos, si se monta por la fuerza puede provocar un daño irreparable en el
sentido común del espacio tiempo. Ya que en ese espacio ni en ese tiempo le
corresponde. ¡Seguridad! Solicito una movilización que va hacia el andén 456.
Unos agentes de seguridad me redujeron
antes de que pudiera entrar en aquel tren.
-¡No! ¡Soltadme! Yo tenía que montarme en
ese tren. Yo era su amigo. ¿Es que no lo entienden?
Vi como el tren cerraba sus puertas y se
marchaba a toda velocidad mientras tirado en el suelo lo veía alejarse poco a
poco.
Me levanté, me sacudí el polvo y mire mi
arrugado billete. Había cambiado. Ahora tenía el destino de “un nuevo destino
hacia ninguna parte en especial”.
Miré hacia arriba y vi todas las
terminales. La mayoría de trenes estaban cerrados. Pero lo curioso es que cada
tren iba con destino a muchos amigos que tuve y que perdí, compañeros de clase
de la universidad, del colegio, amigos, conocidos, alumnos, familiares…
-
¡Guau! Todo está cerrado.
-
Exacto. Es porque o no te corresponde coger ese
tren o no te aceptan ahora mismo. Esto puede durar una temporada o toda la
vida… Los trenes no los eliges tú en la terminal de la vida, los trenes deciden
si te montas o no…- dijo el vendedor de tickets.
-
Bueno, no me queda otra opción… Cogeré el tren
hacia “un nuevo destino hacia ninguna parte en especial”.
-
Señor, esa es una fantástica elección, ya que es
el único tren disponible en este momento y el que estará…
-
¿No tengo elección de otros?
-
No en este momento. Si vuelves quizás haya más
trenes.
-
No quiero elegir trenes. Prefiero que ellos me eligen
a mi o quedarme de brazos cruzados en la terminal de la vida.
-
Jajajajaj. Qué gracioso. Las personas decidiendo
que trenes escogen o cuales no… Habrase visto.- decía mientras reía y se
alejaba de mí.
-
Bueno… “un nuevo destino hacia ninguna parte en
especial” haya vamos…
Cogí el tren y me aleje de la terminal
lentamente mientras una nube de polvo de los raíles la hacía desaparecer. Lo
cierto es que había mucha gente en la terminal de la vida. Todas siluetas. Nada
normal. Todos desconocidos.
Cerré mis ojos y desperté. Estaba en una
selva frondosa. Saqué una libreta que tenía en mi bañador y con un trozo de
mina empecé a escribir
“Cuaderno de bitácora #21 de septiembre de
2014: Estoy perdido en esta maraña a lo que llamo selva. Con ingenio me he
fabricado un arma contundente capaz de cortar las marañas que me impiden
avanzar. Gracias a eso puedo disfrutar de un bello paraje con cascadas
cristalinas y que no paran de derramar agua. Preciosas aves exóticas y animales
peligrosos que intentan matarme. He podido defenderme de jaguares y guepardos
pero no sé cómo curarme las heridas. Creo que se infectaran pronto…
Escribo esto momentos después de arrojarme
a un profundo lago cristalino. He visto preciosas perlas. Creo que me hare un
precioso collar de perlas para regalárselo…
Lo más seguro que el agua me curé. El agua
siempre sana las heridas, todas las heridas… Como me gustaría ser uno con el
agua…
Me he arrojado al agua y buceo hasta las
perlas. Puedo recoger suficientes; pero veo un saliente en el fondo del lago.
Buceo hasta él y veo que sobre mi espalda hay una vida exótica preciosa.
Preciosos nenúfares están flotando sobre el agua. Decido salir casi sin oxígeno
y con mucha sed. Si, esta agua no se puede beber por el exceso de sal, ya que
el lago conecta con el mar. Al salir me arrastró por la arena con necesidad de
beber agua pero para mi sorpresa allí estaban. Allí estaban dos precisas chicas
tomando el sol, viéndome arrastrándome a sus pies.
No dudaron en darme agua, lo bueno no solo
fue el gratificante sabor fresco del agua recorriendo mi garganta sino que me
dijeron que era muy mono. Le dije gracias y ellas me dijeron que no había que
darlas siempre que un hombre se arrastre por unas preciosas mujeres y se
postren a sus pies suplicando algo. Ese comentario me enfadó, les dije que se
trataba de un malentendido, yo estaba desesperado por el agua no por la
atención de ellas. Además, un hombre no debe suplicar por una mujer
arrodillándose ante ella o una mujer debe arrodillarse ante un hombre. Era
inmoral.
Me miraron mal y me dijeron que hubiese
sino mejor no haberme dado el agua. ¡Ja! Yo arrastrarme por unas niñatas. Solo
porque soy un hombre y debo pedirles atención o algo de eso…
Me tumbé en la arena y un pájaro rojo no
dejaba de dar vueltas sobre mi cabeza. Parajito de bello plumaje rojo, rojo
como la sangre que corre por mis venas y verde. Verde como mi color favorito.
¿Qué quieres de mí? El pájaro se posó sobre mi brazo y río fuertemente, luego
me miró.
Me miró el alma, su pupila se dividió en 2
pupilas y luego se fusionaron para hacer un reloj de bolsillo que movía sus
agujas de forma rápida y concisa. El pájaro me dijo:
-
Te queda poco tiempo para que esto termine. El
fin se acerca.
El pájaro me asustó mucho. Pero cerré los
ojos por el cansancio. Fin de la bitácora”.
Desperté en una bañera. Estaba desnudo y
con mucha hambre. De repente, del techo llovieron fotos.
-¿Qué es eso?- exclame.
Agarré una y eran fotos que hice.
-Ah sí, recuerdos… Están lloviendo
recuerdo. Voy a bañarme en mis propios recuerdos del pasado. Voy a bañarme con
los recuerdos de la gente que he conocido y los momentos que hemos vivido
juntos. Mientras llovían recuerdos, yo retozaba de placer y disfrutaba cada
gota de ese recuerdo que caía en mi cuerpo desnudo. Algunas de las fotos me
tapaban mis partes pudendas.
-
No puedo, no puedo dejar el pasado atrás.