Iba caminando por una gran avenida. Veo que puedo trepar por un hierro saliente.
De un salto subo hacia el hierro y comienzo a deslizarme pasando de una mano a
otra mano. Me agarro al saliente de lo que sería el patio de luces. Me subo y
caigo rápidamente a un azote con piscina. La profundidad era de un metro. Podría
haberme roto múltiples huesos y haber muerto en el acto. La gente que tomaba el
sol o estaba bañándose, estaba aturdida. ¿Quién es ese chico tan raro que ha caído
del patio de luces?
Pedí perdón una decena de veces. Mi curiosidad me mataría,
literalmente. Salte hacia un poyete de la misma azotea y volví a caer en otra
piscina. El patio de luces parecía ascendente más que una superficie en el
suelo. Subí como pude una valla de alambre con rombos y esta vez la caída fue
considerable… pero caí en otra piscina. Los vecinos parecían asombrados pero no
tenían intención de llamar a la policía. Seguí subiendo poyetes y tropezando en
piscinas y acabe subiendo hasta el final, escalando poyetes, saltando muros y
vallas. Llegue a una especie de cafetería donde servían infusiones de té rojo
helado, té al limón y té verde.
-
Miguel Ángel: Disculpe. ¿Dónde estoy?
-
Dueño de la cafetería: Estas en el edificio de
las piscinas colindantes. El edificio se divide en 15 pisos de 5 plantas por 2
apartamentos. Estos luchan cada año para ver cuál de sus piscinas es la mejor,
la más relajante y la que mejor sirve limonada.
Lo cierto es que el calor era
bochornoso. Había dos mujeres con
grandes pamelas comentando algunas cosas.
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Mujer pamela 1: Pues el edificio 3 tiene una
piscina con 2 palmeras caribeñas muy cuquis.
-
Mujer pamela 2: Tonterías, la piscina del
edificio 8 es la mejor. Tiene sus jóvenes macizos, su socorrista y su hawaiana
bailarina. Y sirven un te helado rojo con arándanos que es para chuparse los
dedos.
Mire abajo del último poyete. Había un
grupo de 5 jóvenes de chicos y chicas comentando que este año iba a ser los
ganadores de su piscina. Parecían estar pasándolo bien. Luego comentaron algo
sobre un tobogán acuático en el decimoquinto piso. Decía estar súper chulo, te
llevaba fuera del edificio hasta el barrio de casas blancas.
Dirigí la mirada y ahí estaba. Me tire por
el tobogán acuático y di un par de tirabuzones. El tobogán atravesaba el
edificio y daba una gran vuelta al barrio. Cuando llegue al final salí por una
fuente que daba al barrio de Casas Blancas.
Era un barrio caluroso, prácticamente vació,
había algunos ancianos. De la fuente que salí caí en una pila grande de agua.
Escale unos grandes escalones y torcí a la izquierda. La calle por la que entré era angosta y estaba el suelo mojado a pesar del calor.
Vi en un caño de hierro una pegatina de una
cara gorda con un fondo universal. Poco a poco lo despegue y me la eche al
bolsillo. Un señor anciano que observó toda la escena se me quedo mirando y me
dijo.
-
Anciano: Oye chico, no despegues pegatinas de
los sitios mágicos. Podrías abrir un agujero en el espacio tiempo.
De repente sentí como que algo me absorbía y caía
en un espacio infinito.
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