Si cambias las bombillas del cuarto de baño de este espejo a
un azul celeste, puedes transportarte a tus mayores deseos pero es posible que
puedas agobiarte y salir rápido.- dijo el electricista mágico.
Me dispuse a colocar las bombillas correctamente. Cambie las
amarillas por las azules. El espejo tenía unas ondulaciones como si parecieran
olas del mar.
El electricista mágico dijo. Ahora di estas palabras
(aaaabbbcccddeee, idioma inteligible en los sueños).
-
Aaaaaaabbbbbccceee.
El espejo estaba listo para ser usado.
-
Puede saltar si lo desea.- dijo el electricista mágico.
Salté hacia el espejo y sentí que caía a
una especie de sauna. Hacía un calor horrible pero poco a poco podía acostumbrarme.
Estaba como flotando por aquel vapor del
espejo. Quizás el espejo aspira el vapor de agua cuando me ducho.
Entre el vapor de agua pude vislumbrar
algunas siluetas y voces que me llamaban y vitoreaba. Me querían, me echaban de
menos. Me llamaban profesor. Eran mis alumnos. Mis queridos alumnos.
Continúe flotando hacia adelante y escuche
una voz conocida. Me sonaba su voz. La conocía. Era algo lejana. Ya se quién
era. Era mi difunto tío.
Empezó a hacer bromas acerca del tiempo y
de cómo estaba.
-
Tío, ya no estás aquí. Falleciste hace unos
meses. Solo eres el producto de mi pensamiento atrapado en este espejo. Eres un
pensamiento proyectado en vapor.
Mi tío empezó a sollozar.
-
Dile a tu tía que la sigo queriendo como el
primer día y desde el más allá aún me acuerdo de ella. De ella y de todos. No
quise haceros daño. Nunca quise veros sufrir en mi agonía.
Yo también estaba sollozando.
-
Yo lo único que siento es no despedirme en
condiciones. De no decirte que te quiero.
Todo se nubló aún más y se volvió una
pantalla negra. El espejo solo proyectaba los pensamientos atrapados que
tenemos en la cabeza cuando nos peinamos o aseamos.
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