Había una vez una maligna bruja que vivía en el cuarto de
baño de casa de mi tía. Cada vez que nos acercábamos al pasillo, cada vez que hacíamos
travesuras mi primo y yo aquella bruja nos miraba en la rejilla de la puerta
del baño que quedaba entreabierta.
Nos corría un miedo atroz cuando la bruja dejaba asomar su
capa negra. No queríamos ser sopa de niños en el caldero de la bruja.
Unos 3 años más tarde, los niños se enfrentaron a la bruja.
Iban a demostrar a la bruja quien mandaba en aquel pasillo. La casa no era
suficientemente grande para los niños y la bruja. Uno de ellos iba a abandonar
aquella casa y para siempre.
Los niños abrieron la puerta y pillaron a la bruja.
La bruja solo era un manto fino de color negra. No había bruja.
Lo único que fue derrotado fue su miedo. La bruja simbolizaba sus temores al
haber represalias por las travesuras.
Hoy día hay aún un manto negro viviendo en mi interior. En
un lado de mi corazón hay una bruja que me atemoriza. Que me amenaza. A esa
bruja que en realidad es un manto negro, simboliza mi miedo. Un miedo que
necesita ser destapado. Quizas la bruja tarde o temprano si era real. Vive en
mi corazón.
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