De hecho, si encontráramos el mensaje de un náufrago dentro de una botella, nos pelearíamos por dar con él para contar su historia en exclusiva. Las empresas de alimentación, de ropa, de ocio y de la informática pagarían enormes sumas de dinero para apropiarme del cuerpo del infeliz, de modo que la noticia de su salvamento quedara unida para siempre al logotipo de su marca. Los políticos desbaratarían sus agendas para entregar al desdichado las llaves de la ciudad y proveerle de la documentación precisa para que circulara sin problemas. Por fin, dirían algunos, hemos hallado al náufrago cuya salvación justificaba nuestra vida.
En lugar de eso, los burocratizamos con una eficacia tal que cuando la marea abandona sus cuerpos en la playa han dejado de ser personas con una biografía dentro (con dos, en el caso de las mujeres embarazadas) para convertirse en un objeto de consumo de las leyes. ¿Qué diríamos de alguien que frente a una catástrofe natural se pusiera a legislar la catástrofe en vez de acudir en ayuda de los damnificados? Pues eso es lo que están haciendo los políticos: negociar el modo de regular los náufragos, los que, además de ser una locura, no soluciona el problema, ni siquiera lo alivia. Mientras los cuerpos de los náufragos que han venido a salvarnos se amontonan en el depósito, aún seguimos buscando la botella.
Nombre del autor: Juan José Millás.
Titulo del articulo: El mensaje.
Periódico: El País.
Fecha de la publicación: 12-09-2003
Texto sacado de un examen de selectividad.
Este articulo no pertenece al autor. Se ha publicado con la intención de compartir y disfrutar de este maravilloso articulo del autor original para concienciar sobre las pateras de inmigrantes que llegan por todo el continente europeo. En caso de queja, será retirado inmediatamente.
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